miércoles, 24 de noviembre de 2010

Sofisticación y provincianismo


El sábado por la noche celebrábamos el cumpleaños de Valeria, una compañera de la Escuela de Arquitectura Paris-Malaquais. Como buena italiana, al igual que sus amigas, siempre denota una elegancia natural. Nos invitó a tomar unas copas en su preciosa casa, y depués a ir al Showcase Paris, una discoteca situada en los bajos del puente Alejandro III, al lado de los Inválidos. Nos animó el trayecto en metro. Mientras cantábamos canciones antiguas, la alegría iba subiendo. Al bajar en nuestra parada, una ligera lluvia no pudo con nuestra vitalidad, y nos pusimos a hacer cola. Como estábamos en lista, teníamos una cola reservada para nosotros. Incluso la cola es sofisticada en este lugar. Una escalinata de estilo 1900 es la antesala de la discoteca. La gente se agolpaba para entrar lo antes posible y así evitarse la lluvia a la que estábamos condenados.
Pero los españoles, de naturaleza  jovial, poníamos un toque de alegría. Pese a que estábamos todos ansiosos por entrar, nadie se atrevía a colarse. Es un mínimo de educación, el respetar a la gente que está en tu misma situación. Y de repente, se oye a lo lejos una voz femenina que se oye cada vez más cerca. En principio, me había parecido una parodia de la voz de una pija. Pero cuando la vi, pude observar que, lejos de ser una parodia, era, en ella misma, una exageración de todos los tópicos que a las niñas bien se les atribuye. Todo menos la educación. Era un gupo de cuatro chicas, encabezada por una guía. Su excusa para pasar antes que el resto era que una amiga suya se había perdido y querían dar la vuelta para encontrarla. No sé si eran conscientes de que estaban en Francia, y de que aquí se habla francés, pero pese a todo, iban chillándole a la gente en español.
Al intentar pasar a mi lado, comencé una conversación con la guía del grupo, cuando me chivaron que, al igual que yo, eran valencianas.

-Para dar la vuelta, es por detrás, no por aquí.
-¡Y además con valencianas!-me anunciaron desde la otra punta
-¿Y además valencianas? ¡Ché!
-Ah, ¿Que eres valenciano? ¿Y a tí no te dejaban entrar en las Ánimas? jaja
-Seguramente, yo conozca a más gente influyente que tú en Valencia...
-¡Ah! ¿Y en qué colegio estudiaste tú?
-En uno privado.
-I can't believe it!
-Eres una mal educada.
-¡Nunca nadie me había dicho eso!
-¿Acaso te parece de buena educación colarte de la gente que está esperando en la cola? Hay que ver, esta burguesía provinciana...

Me giré, y la joven no me dijo ya nada más. Un par de minutos más tarde entré y ella se quedó con sus pequeñas amigas, acostumbradas a ser tratadas como princesas en su pequeño mundo. 

Cuando uno va a una verdadera capital, donde las pequeñas sociedades a las que uno está acostumbrado pierden su sentido, se da cuenta de que aquello que conocía se ve desde otro punto de vista, y otras cosas más importantes se dibujan en nuestro horizonte. 

1 comentario:

  1. Da igual lo lejos que intentes escapar, esa gente te persiguirá. Algunos se establecen, conocen a otra gentuza como ellos, se reproducen y montan una colonia de paletos sin escrupulos, no hay nada que hacer...
    Buena suerte con tus aventuras parisinas Denis, disfruta todo lo que puedas.

    Un saludo!

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